PĂRĂMU
El topónimo se ha fijado a partir del apelativo romance continuador del latín pĂrămu, s.m. ‘llanura’ (REW), que solo dejó descendientes en la península ibérica, cast. páramo, port. páramo, gall. páramo, ast. parmu, con el significado según el diccionario de la RAE de ‘terreno yermo, raso y desabrigado’, de donde también un ‘lugar frío y desamparado’. Ha dado lugar a algún derivado como paramera ‘región o vasta extensión de territorio donde abundan los páramos’. La palabra latina procedente, con cierta seguridad, del superlativo prerromano, posiblemente indoeuropeo, *PARAMAH ‘(lugar) muy elevado, altiplanicie’, formado con *PARAH ‘lejano’ más la terminación de superlativo –amo (OnomPersonal, 176). Para Corominas se trata de una voz prerromana, pero ni vasca ni ibérica ni céltica por la conservación de p-, pues, según Tovar, “la /p-/ etimológica parece un criterio suficientemente sólido para oponer esta lengua (o estas lenguas, celtibérico) al celta histórico” (DCECH, s.v. páramo). Desde muy temprano fue adoptada por los hablantes e incorporada al latín dialectal hispánico, como muestra la inscripción de mediados del siglo II d. c., conservada en una de las caras de un ara consagrada a Diana, la diosa de la caza, procedente de León: Cervom altifrontum cornua / dicat Dianae Tullius / quos vicit in parami aequore / vectus feroci sonipede (CIL II, 2660). En la inscripción se recoge que Tulio Máximo, jefe de la legión ibérica, dedica a la diosa los cuernos de un ciervo cazado “en la llanura del Páramo”. Rabanal Álvarez señaló el uso toponímico del término parami, pues de no ser así, resultaría redundante. De igual forma se emplea en la Chronica Caesaraugustana del siglo VI al contar que la batalla del Órbigo del año 456 tuvo lugar “in campo parami”.
Redacción: Toribio Fuente Cornejo