Se trata de un topónimo de gran interés e importancia, dada su extensión antroponímica. Parece que se puede afirmar que estamos ante una suerte de tautología en la que se unen dos elementos semánticamente próximos. Por una lado tenemos el sustantivo común "valle", esto es una llanura entre montes o alturas, una garganta, un lugar más o menos estrecho; por otro un uso metafórico de "cárcel", esto es, un lugar en donde se encierra en el significado de "estrecho". Hay otros casos semejantes en la toponimia en los que se recalca, por así decir, el concepto "valle" con adjetivos como "estrecho", "profundo", etc. que, a nuestro juicio, expresan la misma idea. En el caso concreto del topónimo burgalés que nos ocupa el plural parece secundario. Lo parece porque encontramos atestiguada desde muy antiguo la forma en singular y porque el plural mismo procede de la unión de tres barrios. Parece deducirse que en origen uno de ellos fue llamado Valcárcel o Valcárcer, o ese era el nombre del valle en el que están, y el nombre se extendió en uso también a los otros dos, que probablemente surgieron después. Se dio, por añadidura, la circunstancia curiosa de que después el nombre como tal desapareció para la designación de un lugar en concreto y solo el conjunto de los tres, que constituyó un tiempo un ayuntamiento propio, fue designado de esta manera. Entendemos que la forma presente en el Catastro de Ensenada Valcazares o Valcácazares fue real entre algunos hablantes al menos en el siuglo XVIII, pues aparece alguna vez más, pero debe de ser evolución de Valcárceres, que guarda la forma etimológica con /r/ sin disimilación y que pronto pudo dejar de ser comprendida.