BRAÑA
La palabra braña es un viejo término español de considerable interés. Se señala usualmente que el vocablo está limitado en principio a las zonas norteñas, desde Cantabria hasta Galicia, pasando por Asturias. Desconocemos la vitalidad de su uso actual en esta zona, pero se intuye que debe de ser poca, y limitada al habla especializada de labriegos y pastores.
El actual DRAE señala dos significados, al mismo tiempo que les atribuye una distribución local en Asturias y Cantabria. No dice nada en torno a su origen y etimología. Estos dos significados, relativamente cercanos entre sí, son los siguientes:
(1) Pasto o prado situado en los lugares altos de las montañas cantábricas.
(2) Poblado, antes veraniego y hoy permanente, habitado por los vaqueiros de alzada.
Para el gallego, DRAG señala: Terreo moi húmido que pode ser prado ou monte baixo.
Coromines (DCECH s.v.) estudia con detalle la voz y señala para ella un origen prerromano, tal vez céltico, descartando hipótesis latinas. La palabra no es solo castellana, sino que está bien presente, con vitalidad, en lengua gallega braña, con derivados brañal, brañote “sitio fangoso o pantanoso”, también en portugués branha “cualquier prado con agua perenne”, por lo común “pasto de verano en la falda de algún montecillo”, “terreno bajo que por el invierno se cubre totalmente de agua". Como sucede muy a menudo al tratarse de vocablos oscuros y de uso restringido, máxime de términos que describen la naturaleza, como este, se han señalado dos orígenes radicalmente distintos y contrapuestos: (1) origen latino-románico, (2) origen prerromano.
1.La hipótesis del origen latino-románico procede de Meyer-Lübke (REW 9215 con referencia a un trabajo anterior de 1887). Se atribuye al vocablo un significado originario cercano a “prado o pastizal de verano” a partir de un adjetivo latino * VĒRĀNEA con un sustantivo femenino elidido, que podría haber sido cualquiera del tipo pradera, prada, etc. Nótese que el adjetivo no está documentado como tal, aunque su derivación a partir del usual y clásico VĒR es normal y frecuente, no muy distinto, por lo demás, a *VĒRANUM, que tampoco está documentado y que es la forma que caracteriza precisamente al conjunto gallego-portugués-castellano para la denominación de esta estación (frente a cat. estiu, it. estate, fr. été, etc., también cast. estío a partir de formación adjetival, esta sí documentada AESTĪVUM). La evolución fonética implica síncopa (o absorción) de /e/ inicial ante /r/ y palatalización del grupo [nj]. Ambos fenómenos fonéticos, sobre todo el segundo, son posibles. Respecto del segundo es importante señalar que en la propia palabra que designa la estación se da de forma bastante extendida en el conjunto gallego-portugués y en asturiano, vran, vrao. Una segunda hipótesis que plantea un origen latino-románico fue propuesta por García de Diego, ya en 1923. Planteó, en efecto, VORĀGO, VORĀGĬNIS, ac. VORĀGĬNEM algo así como “sumidero”, “tragadero” (de aguas, se supone) como origen de nuestro vocablo. La hipótesis es arriesgada y original. El vocablo latino, en efecto, tiene resultados románicos muy semejantes en la forma a nuestro vocablo braña, entre los que podemos mencionar el dialecto italiano de Lucca braina, brania, “despeñadero” (REW 9454). La evolución fonética, al menos en el caso español, es un tanto sorprendente y difícil, pues uno habría esperado, a partir de los ejemplos similares conocidos **vorén, vrén (cf. llantén < lat. PLANTĀGĬNE).
2. Así las cosas, cabe una segunda posibilidad, descartando estas dos hipótesis latino-románicas. De esta manera, Coromines en DCECH se muestra muy crítico con ambas posibilidades atendiendo a la vez a la fonética y al significado. Señala en efecto Coromines que le parece sorprendente, una vez conocidas las formas más antiguas atestiguadas, la síncopa tan temprana de /e/ inicial y la grafía constante con <B> . Esto es en el orden fonético. En lo que hace al significado Coromines señala con cierto detalle que en muchos casos los topónimos procedentes del vocablo, frecuentes en Asturias, se encuentran muy a menudo en la parte baja y litoral, y no en la más alta y montañosa; señala también que en muchos casos se trata, precisamente, de lo contrario de lo que indicaría un étimo en relación con verano, pues se trata de prados de invierno. Añade, por último, que según algunos testimonios en algunas zonas de Pontevedra braña es, sin más, un pastizal, una pradería abundante en agua, sin estar en terreno elevado. De esta manera Coromines apunta a una etimología prerromana, de base, obviamente, céltica. Habría palabras celtas contemporáneas, como galés braenar “tierra de barbecho”, en esta misma lengua braen, irl. med. dren, de significado “podrido”, “corrompido”. Todo ello derivaría, supuestamente, de una base *brakno- , perteneciente a una amplia familia indoeuropea *mrk-, con el significado de “fango”, “cosa húmeda”.
Resumidamente, puede afirmarse que no existe un acuerdo mínimo en relación al origen de la palabra. Ciertamente forma parte de un reducido grupo de términos de amplio arraigo en la península Ibérica, a menudo en relación a la descripción de la naturaleza, sin etimología clara, como es el caso de vocablos de la importancia de nava, varga, etc.
Redacció: E. Nieto Ballester