QARṬĀǦANNA
Qarṭāğanna (قرطاجنّة) es la forma que adoptó el topónimo latino Carthago en árabe. El acusativo latino, Carthāgǐne, que se pronunciaría en el latín tardío /kartáğene/, se arabizó tras la conquista musulmana como قرطاجنّة /Qarṭāğanna/, cuya vocal ā larga señala la posición original del acento de intensidad. Posteriormente, la influencia de la voz árabe جنّة /ğanna/ 'paraíso', pronunciada /ğenna/ a causa de la imela, actuó desplazando el acento tónico hasta la penúltima sílaba y causando la duplicación de la n. La realidad de esta influencia de جنّة /ğanna/ se observa en la siguiente cita de Yaqut (c. 1220): “Se dice que el nombre de esta ciudad [=Cartago de Túnez] es Qarṭā, y se le añadió ŷanna a causa de su perfume, su belleza y sus agradables condiciones de vida” (Yaqut 4 p. 323, traducción propia). También la observamos en la Qaṣīda maqṣūra del poeta árabe cartagenero Ḥāzim al-Qarṭāğannī: “Pasamos el invierno perfectamente resguardados en un rincón de paraíso (قطر جنّة /quṭr ğanna/) del Campo de Cartagena (قرطاجنّة /Qarṭāğanna/)”.
El nombre latino Carthago se remonta al púnico Qartḥadōšt, compuesto del sustantivo femenino qart 'ciudad pueblo' y el adjetivo ḥadōšt 'nueva', que es la forma femenina de la raíz ḥadōš 'nuevo'. La raíz triconsonántica púnica y fenicia QRT significaba 'ciudad, pueblo' y se documenta en numerosas inscripciones (DictNWSemitic 2 1037; VocFen 224), si bien, por la naturaleza de la escritura fenicia, no se indica la vocalización. A la vista de las formas griega y latina —Καρχηδόν(α) /karjēdón(a)/ y Carthago— de los topónimos Cartago de Túnez y Cartagena de España, derivadas del púnico QRT ḤDŠT 'ciudad nueva' (VocFen 224), se desprende que la vocalización de QRT debió de ser QART. Por otra parte, la raíz triconsonántica púnica y fenicia ḤDŠ significaba 'renovar, restaurar', 'nuevo' y 'luna nueva' (DictNWSemitic 1 350-1; VocFen 116). En las lenguas cananeas, que incluyen el hebreo y el fenicio, el adjetivo 'nuevo' que se formó a partir de esta raíz se vocalizaba *ḥādāš (DictRacSém, II, fasc. 9, 837-8), y en femenino *ḥādāšt, con la agregación de una t final (PhoenPunGram, 144). Por último, en las lenguas tiro-sidonias —una rama de las lenguas cananeas que incluye el fenicio y el hebreo— se produjo la evolución fonética a > o en la sílaba tónica abierta o cerrada (PhoenPunGram, 28); como consecuencia la raíz *ḥādāš pasó a pronunciarse *ḥādōš (recordando la equivalencia del hebreo šalōm y el árabe salām).
El nombre equivalente griego Καρχηδόν[α] (/karxē’don-a/) conserva la -d- originaria de la raíz ḥadōšt, mientras que el latín Carthāgō transforma la -d- en -g-. No obstante, se documenta en c.200 a.C. una forma latina arcaica Carthada que sí muestra la -d- originaria: “Elisa (Dido), la mujer fenicia, edificó esa ciudad como casa y la llamó Carthada, lo que en la lengua fenicia significa ‘ciudad nueva’” [Cato, transmitido por Julio Solino, con referencia a Cartago de Túnez] (ForcelliniDeVit 8 p. 142). Ambas formas, latina y griega, adoptaron la -ḥ- púnica con sus respectivas aspiradas h (Carthago) y χ (Καρχηδόν). El grupo final -št se perdió y fue reemplazado por las correspondientes desinencias nominales.
Redacción: Robert Pocklington Freakley