El topónimo es claramente el diminutivo, plural, del sustantivo común castellano burgo, palabra procedente del bajo latín BURGUS, él mismo de una voz germánica. Se usó antiguamente, al menos en origen, con el significado que da el DRAE de "aldea o población muy pequeña, dependiente de otra principal", pero también como " fortaleza construida por los nobles feudales para vigilar los territorios de su jurisdicción...". Se señala por parte de Gordón Peral en su magnífico estudio de esta zona sevillana (TopSevillaRiberaSierraAlj, 73-75) que se habría producido en este caso una suerte de desplazamiento semántico, que haría que de "aldea o pueblo pequeño" se pasara a "lugar en que quedan restos de un antiguo poblado","despoblado ruinoso". Este desplazamiento semántico se ha señalado también en diminutivos de villar o casar. Se hace hincapié con ello en el hecho lógico de que en algunas ocasiones se fundara o se levantara una nueva población en donde hubo alguna antigua, abandonada, cuyos materiales serían, de esta manera, aprovechados.

Puede haber sido así en algunos casos, pero es evidente que no en todos los casos. No queda del todo claro en esta explicación, además, el porqué de l a forma en plural. La cuestión de detalle es extraordinariamente compleja y, en gran medida, no es lingüística, porque en cada caso las razones del plural, del diminutivo, etc., pueden no haber sido las mismas. Hay que añadir a todo ello la posibilidad de desplazamientos de los topónimos en sí mismos, la utilización de los topónimos como apellidos, etc. Nótese, por útimo, la importancia de una ciudad como Burgos, que puede haber generado diminutivos derivados del nombre mismo de la ciudad cuya forma, además, parece plural, aunque puede que no lo haya sido en origen. La localidad pacense de Burguillos (del Cerro) aparece documentada desde mucho antes que esta sevillana y ha tenido siempre gran importancia. No puede excluirse algún tipo de desplazamiento de la una a la otra.