Sabemos que durante cierta época la -a era de quita y pon, es decir, se consideraba, haciendo honor a su etimología, como artículo: «Ochoa Larreco el biexo y Ochoa Larreco el moço, e Garçia de Larrea […] Martin hijo de Ochoa de Larrea el biexo» (Araia, 1500; Pozuelo, 2001: 90). El microtopónimo Larreabide, no obstante, indica que Larrea estaba lexicalizado para cuando se le añadió bidea '(el) camino'. Compárese con Larreazabala, término situado entre Iruñea y Orkoien en 1411: «Jt[e]n del prado clamado Larreaçaualla q[ue] es entre los t[er]minos de Pomplo[n]a e de Orq[uo]yen» (AGN, registros de comptos, serie 1ª, nº 315, 19 r.).

La base, no hace falta decirlo, es larrea «prado de yerua» (larre + -a artículo) según Landuchio (Agud y Mitxelena, 1958: 175). En Navarra larre suele ser el prado no cercado, en contraposición a belai, belar-soro, euntze, pentze o soro, que sí lo está.