*INI
El étimo *ini (Mitxelena, 1950: 449) ha dado lugar a ĩɦĩ, de donde ihi 'junco' tras la pérdida de la nasalidad de las vocales. Se trata de un desarrollo habitual en euskera, lengua en la que una nasal lenis antigua primero se aspiró –a esto se le ha llamado rinoglotofilia; véase Igartua, 2006, 2008 y 2015– y, posteriormente desapareció, tras la pérdida de la aspiración en la mayor parte de las hablas vascas. En algunas existen variantes como ei, iya, ixa, iin e incluso ina (véase DGV/OEH) con desarrollo de la nasal n a partir de la nasalidad de las vocales.
En algunos topónimos que llevan la base que se analiza aquí, el resultado primero fue ehi- y luego ei- que, en casos como el del actual Izkue, duró hasta muy tarde (últimos años del s. XVII al menos). Por ello, creemos que no se puede descartar que existiera una variante *eni, surgida por disimilación temprana a partir de *ini.
Lakarra (2017: 32) cree que ihi ha salido de *ini como quería Mitxelena, pero va más allá: estima que la base de *ini es el verbo *nin 'dar' que tenemos, por ejemplo, en -linde y nikezu de Neurez ez dot, balinde baniqueçu de 1596, traducido por De mio, no tengo, si me diessen daros eya (Lakarra, 1996: 274, refrán nº 91) o en ikedak y dikeada de Yquedac ta diqueada, en castellano Darasme y darte he (ibid., 304, refrán nº 233).
Redação: Patxi Xabier Salaberri Zaratiegi