IŬNCU
El lat. IŬNCUS 'junco', que denomina una planta de tallo largo y flexible, ha continuado con el mismo valor en los romances de occidente, donde es voz general y de uso común. Así, además del fr. y occit. jonc, it. giunco, sard. log. yunku, friul. ongli –tal como se apunta en el REW (§ 4619)–, se hallan en la península ibérica el cat. jonc, cast. y port. junco, gall. xunco, ast. xuncu.
Las formas románicas con u, procedente de Ŭ latina, no se explicarían como cultismos. Así lo afirma el DCECH (s. v. junco), que señala, además, que podrían deberse a un tratamiento especial ante nk, comparable al que presenta el it. giunco, quizá con influjo auxiliar de la yod inicial (cf. asimismo PensadoRuiz_VocalesVelaresYod). La forma mozárabe o romandalusí yunko, que también se incluye en este grupo, es de las primeras documentadas en iberorromance.
Otras variantes que recoge el DCECH (s. v. junco) son la castellana jonco (utilizada por Juan de Padilla, junto a junco), cat. occid. junc, gasc. jünc, y las aragonesas chonco (en Echo y la Franja –San Esteban de Litera–), chunco (desde Ansó hasta el Valle de Broto y la Sierra de Guara; también en Teruel –Alloza–), además de chungo (en enclaves pirenaicos oscenses) y jungo (en el Pirineo oscense y Teruel –Híjar–). Cf. para estas últimas Alvar 1953 (185-186) y Enguita_1991 (112).
Por lo que respecta a la yod inicial, y en concreto ante U, la toponimia muestra, de acuerdo con MenéndezPidal_1986 (236-238, § 425), su conservación en toda la península ibérica, pronunciada como /x/ en la zona castellana, /ž/ en el dominio catalán y portugués y /š/ en el gallego y asturiano. En Madrid, Castilla-La Mancha y Andalucía se hallan, no obstante, varios nombres con Y- (Yuncos, Yunquera...), de sonido, en principio, similar al intervocálico, es decir, con menor tensión articulatoria que la que suelen mostrar las iniciales; este rasgo se ha atribuido a mozarabismo o, en palabras del propio Menéndez Pidal, "se trata de formas supervivientes de primitivos dialectos arraigados sobre todo al Sur". El fenómeno, de acuerdo con los testimonios de la toponimia menor que proporciona NietoBallester_2023 (245-247), parece extenderse por una zona bastante más amplia, pues se hallan La Yunca, en Cantabria; Yuncar y Yunquera, en Burgos; Yuncal, en Palencia, Soria y Zamora; Yuncares, en León; Navayuncares, en Ávila; Valyuncosa, en Badajoz; Valyunquera, en Zaragoza; entre otros varios nombres.
La pérdida de la consonante inicial también es posible, como en Unquera (Cantabria). Pese a lo apuntado por MenéndezPidal_1986 (237-238, § 425), los ejemplos aquí no son tan escasos (Uncar, Uncal, Uncosa...), si bien la pérdida ocurre principalmente, en efecto, en posición interior dentro de un compuesto, como en Vallunquera, Valdunquillo o Valdunciel (estos dos últimos a partir de IŬNCĔLLU). Galmés 1983 (83) explica asimismo que los dialectos mozárabes ofrecen casos de pérdida, aunque la solución predominante es el mantenimiento en forma de esa y- con la mencionada articulación. Alarcos 1954 (340), por su parte, no cree que los ejemplos de pérdida sirvan para demostrar el arraigo de ese fenómeno, pues probablemente se usaban precedidos de artículo, y por tanto, en posición intervocálica.
Otra solución, apuntada por NietoBallester_2023 (247-248), que asimismo cabe considerar, es la evolución IŬNC > inc-, con síncopa de /u/, de tipo similar al de Illán, Illana (< lat. IūLIĀNU, IūLIĀNA). Sería el caso de topónimos como Navincosa ('nava juncosa'), en Cáceres; o Valincoso (< lat. VALLE IŪNCOSU 'valle juncoso, abundante en juncos'), en Cuenca y Salamanca. Se puede llegar incluso a IŬNC > inc- > enc-, con abertura de /i/ (cf. cast. enebro < IŬNĬPĔRU), como así parece haber sucedido en Valencoso o Vallencoso, en Cuenca, Guadalajara y Madrid.
En territorio vascófono, por último, también se hallan algunos testimonios toponímicos de esta base, como Junkera en Vizcaya y Guipúzcoa y Junkadi en Navarra. La voz vasca para 'junco' es propiamente ihi (< *ini, sin relación con IŬNCU), que se encuentra igualmente representada en toponimia, como se puede ver en el orónimo Higa.
Redacció: J. J. García Sánchez