BĔLLA, BĔLLU
El adjetivo latino BĔLLUS, BĔLLA, BĔLLUM es en origen un diminutivo de DUĔNOS, la forma antigua de BŎNUS, esto es *dwĕn(ŏ)los > bellus, con una evolución semántica en todo igual a la que se ha producido en castellano, en donde bonito ha pasado justamente a ser sinónimo de "bello", "hermoso". Este parentesco era ya sentido por los antiguos. El adjetivo está muy bien documentado a lo largo de toda la historia de la lengua latina. En principio se aplicaba a solo a niños y mujeres y precisamente por este valor afectivo añadido ha suplantado en el habla popular (y en las lenguas romances) a PULCHER. Juntamente con FORMŌSUS es la forma que ha subsistido mayoritariamente en las lenguas romances para la expresión de este concepto: port. gall. belo, esp. bello, cat. bell, oc. ant. bel, fr. beau, engad. bal, etc.(DÉLL 73, REW 1027, DELP s. v. belo, etc. Nótese que en castellano puede ser tomado en préstamo del occitano. Aparece solo a principios del siglo XIII, pero es ajeno totalmente al Cid y otros textos de la época, pero que parecen conocer solo hermoso y bellido, que debe de ser un mero derivado. Igual suele señalarse para portugués o gallego (DCECH s. v. bello). Tanto en castellano como en gallego y portugués parece existir un derivado en -ido, -ida, cast. bellido,-a, gall. port. belido, a.
Redacció: E. Nieto Ballester