ĬLĬPŬLA
Se trata de unl resultado latino de la adaptación a esta lengua de un topónimo indígena, tarteso-turdetano, también desde el latín pasado al griego, con posterioridad adoptado por la población musulmana y después ya por último adaptado al castellano. Naturalmente no podemos decir nada acerca del significado originario del topónimo al ser de una lengua prerromana de la que sabemos muy poco. Probablemente es analizable en [ilip-ula]. En latín fue adaptado como ĬLĬPŬLA, ĬLĬPLA, que sería una forma sincopada de la anterior. Esta forma ĬLĬPŬLA habría evolucionado en latín tardío-visigótico a *Elepla, que habría sido tomada en árabe como Labla, quizá también *Lebla, con aféresis de /e/ inicial y sonorización de /p/ en /b/, que tanto puede ser achacada al romance temprano de la zona como al superestrato árabe. A partir de esta forma árabe la adopción del topónimo en castellano como Niebla, forma única en esta lengua, con diptongación y paso de /l/ a /n/ no puede ser explicada en término puramente fonéticos. Quizá ha habido algún tipo de asimilación por etimología popular con el común niebla, aunque el paso contrario de /n/ a /l/ se puede ver en Lebrija (Correa_2016, 335-33).
Es muy llamativo el hecho cierto de que esta población de ĬLĬPŬLA se repitió al menos en otras cinco ocasiones en la Hispania romana, siempre en la zona de la Bética, por supuesto. Tenemos constancia de de ĬLĬPŬLA LAUS, ĬLĬPŬLA MAGNA, ĬLĬPŬLA MINOR, etc. En algunos casos ha habido continuación del étimo latino, con una evolución fonética distinta as nuestro caso de Niebla. Así encontramos el Cortijo de Repla, en el municipio de Los Corrales, en Sevilla, en donde Repla parece continuación de ĬLĬPŬLA (Correa_2016, 335-339).
Redacción: E. Nieto Ballester