CANNA
El lat. CANNA 'caña', con referencia en una planta gramínea, indígena de Europa meridional, de tallo leñoso, hueco y flexible, ha tenido una amplia descendencia románica (it. canna, fr. canne ['caña de pescar'], log. kanna, engad. kana, oc. kana), entre la que también se encuentran los resultados iberorromances (port., gall. cana, cast. caña, cat. canya), tal como muestra el REW (§ 1597). Ha dado lugar asimismo a numerosos derivados, ya en latín y con continuación romance, como lat. canneus, cannīcius, cannōsus, cannētum, cannŭla, cannella, cannō, -ōnis, cannabula, *cannamellis, *cannūciae, y, por supuesto, canālis 'canal, conducto de agua, acequia, tubo, caño', recogidos en el DÉLL (s. v. canna, -ae) y el REW (§ 1597-1607). Propiamente romances parecen otros derivados como el cast. cañada, val. canyada 'valle poco marcado' –así llamado porque se distingue principalmente por el cañaveral que sigue su fondo–, 'vía para el ganado trashumante' –pues en general sigue las cañadas– (cf. DCECH, s. v. caña), que cuenta con una notable presencia en toponimia.
La palabra latina es préstamo del griego κάννα, voz a su vez de origen semítico (cf. hebr. qåne(ḥ)).
Redacció: J. J. García Sánchez